Soco, con sus manos maravillosas arreglaba muebles, los inventaba, bordaba, cosía... Ella me motivó con su creatividad. El portarretratos en piel repujada de su dormitorio, con la foto de mi abuela, a la que apenas conocí, lo hizo ella. Sus manos se deslizaban por la piel húmeda moviendo los buriles con mucha precisión. Lucía bien el sepia dorado por el tiempo y la piel oscurecida por la luz. Así comenzó mi pasión a repujar. Como llega aquello en lo que se pone pasión